202203.23
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¿PODEMOS CONFIAR EN LA PALABRA DADA?

Tengo un cliente que es denunciado por una agresión. 

Me llama un sargento de la Guardia Civil y me dice que no lo localizan y que necesitan tomarle declaración. 

Me dice que si comparece voluntariamente no le dejarán detenido. 

En el transcurso de la conversación, me dice que se le preguntará por otros asuntos que están investigando respecto a él, al parecer su implicación en un robo. 

Yo le insisto en el compromiso de que saldrá por su propio pie del cuartel una vez realizada la diligencia de declaración y me confirma que sí. 

Me coincide con un señalamiento judicial que se retrasa y envío a mi compañero de despacho con el cliente, diciéndole a éste: «tranquilo, vas a salir en libertad, porque tengo la palabra del sargento». 

Al salir de mi juicio, tengo varias llamadas perdidas del compañero. 

Le llamo y me dice que el sargento accede a darle la libertad a mi cliente si éste permite de forma voluntaria una entrada y registro en su casa. 

El cliente no quería pasar la noche en el calabozo y está dispuesto a acceder (a pesar de que el compañero me dice que es posible que encuentren cosas en la vivienda. Es de las personas que viven solo el presente). Le pregunto al cliente si confía en mi y me deja actuar según mi criterio, y me autoriza. 

Le pido que me ponga al teléfono al sargento de la Guardia Civil y éste me dice que él le hace el favor de la libertad y mi cliente el favor de evitar pedir autorización judicial para el registro. 

Entonces le digo al sargento que «me ha engañado, que se había comprometido a darle la libertad si comparecía voluntariamente y no ha cumplido, que mi cliente tiene derecho a negarse a la entrada y registro y que condicionar su libertad a que acceda es una coacción. Y por ello, mi cliente se niega (a pesar de que el cliente estaba dispuesto) y que yo me veo obligado a presentar, además de un habeas corpus (que parece preocuparle poco al sargento) una denuncia por coacciones». 

Y realmente estaba dispuesto a hacerlo, porque entendía que eso es lo que era: obligaba a mi cliente a hacer algo que no quería. 

El sargento me dice que haga lo que tenga que hacer y me cuelga. 

A los pocos minutos me llama mi compañero diciéndome que el cliente ha quedado en libertad. 

A día de hoy, la entrada y registro no se ha producido. 

Aún así, me quedan dudas. 

¿Creéis que mi actuación fue adecuada?  Pensáis que podía o debía haber actuado de otra forma?

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